Proxima exposición del 1 al 20 de junio en La Minuscula.
El desarrollo de las fuerzas de producción ha conseguido, casi dos siglos después, construir un complejo sistema de persuasión y manipulación para que la rueda de producción no se detenga: la publicidad.
Este mecanismo de difusión suele sugerir que la posesión de ciertos objetos causará inmediata felicidad en nuestras vidas. El medio para lograr esta hazaña propagandística es la imposición de modelos a seguir, mostrándonos cómo deberíamos ser para poder formar parte del mainstream. Aquello da como resultado una sociedad con sólo una manera de ver el mundo, una mirada monocorde y monolítica, desprovista de cualquier disidencia de tipo ideológico.
Anulando el mensaje publicitario, Cuellimangui aborda el cartelismo por medio de la pintura, devolviendo las piezas propagandísticas a un estado corrompido por formas orgánicas, pequeños parásitos que retratan y vuelven a configurar las figuras de nuestros ídolos publicitarios. Ernesto Musante
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