La escasez de muros autorizados para el graffiti se paliaba hasta ahora con diferentes proyectos para pintar persianas de comercios de barrio. Con esa idea nacieron los colectivos Enrotlla’t y Persianes Lliures, que reunían a grafiteros profesionales y amateurs respectivamente, para pactar con las tiendas la decoración de sus persianas. Para Enrolla’t es, además, la única vía que les queda para profesionalizar el graffiti artístico, ganarse la vida como creadores y hacer comprender que sus murales son arte urbano valioso. Sus iniciativas han tenido mucho éxito y en dos años la demanda de comerciantes ha crecido hasta incluso sobrepasarles.
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